
Las formas de concebir el trabajo no solo cambian con los años, sino que varían dependiendo la cultura en la que vivamos. Los días vertiginosos, la rapidez, el poco tiempo que le dedicamos a los vínculos humanos y la incertidumbre a la que nos estamos acostumbrando, hizo que modifiquemos nuestros hábitos laborales. Además, la tecnología fue permitiendo nuevos accesos comunicacionales y las personas, dependiendo el trabajo y las responsabilidades, nos encontramos 24 horas disponibles con teléfonos prendidos para responder ante cualquier requerimiento.
¿Qué le pasa a nuestro cuerpo?, ¿cómo deberíamos lidiar con esta situación?
El estrés laboral es la respuesta al sentimiento de amenaza constante que aparece en forma de exceso de tareas asignadas, presiones innecesarias, mala comunicación y desorden que altera el funcionamiento de los procesos.
Muchas veces sobrestimamos el efecto que tiene el estrés sobre nosotros, tal vez porque lo naturalizamos o porque todos convivimos con algún grado de este. Pero, es necesario recordar que nuestros antepasados lo utilizaban para la supervivencia, en situaciones de mucho peligro. Esta sensación de amenaza constante hace que nuestro cuerpo se altere, es decir, nuestros pulmones se expanden en busca de más oxígeno, el hígado libera glucosa para conseguir más energía, los músculos se tensan, el estómago se contrae y el corazón aumenta el bombeo de sangre.
Para prevenirlo o tratarlo es necesario:
No siempre nos resulta sencillo saber qué cosas nos abruman, aunque una forma recomendable es escribir nuestros pensamientos en un diario o cuaderno para encontrar patrones que se repiten, para ver nuestras emociones pasado un tiempo y analizarlas con mejor criterio.
Lo ideal para combatirlo son las opciones saludables como el ejercicio intenso, practicar yoga y meditación, leer un libro y pasar tiempo con personas que nos hagan bien.
Entretenernos con lo nos gusta y escuchar música tienen un gran efecto para relajar la mente y tranquilizarnos.
No dormir entre 7 y 8 horas diarias, ni tomarse tiempos de descanso afecta nuestra salud física en general, nuestro humor, concentración, y con el tiempo repercute en la posibilidad de estar más deprimidos y ansiosos.
Encontrar momentos para meditar o practicar mindfulness en momentos específicos de la jornada de trabajo, ya que puede resultarnos beneficioso para tranquilizarnos y calmar pensamientos negativos.